Una cálida noche de verano con una botella de vino espumoso frío. Cuando se gira el corcho, sale disparado hacia el cielo. La presión dentro del corcho es enorme, así que, ¿cómo puede una botella de vidrio, un material tan frágil, soportar la presión? Las bombas de vacío de Busch aseguran que cada botella tenga el grosor del vidrio exacto que necesite.
Algunos productos parecen desesperados por salir de su envase. Basta pensar en las bebidas espumosas, con o sin alcohol, y en los botes con aerosoles. La razón es simple: antes de abrirlas, el producto se encuentra en un cómodo estado de equilibrio. Pero, en cuanto entra en contacto con el aire ambiente, el producto –y sus burbujas– se expande. Esto supone un desafío para el envasado. Esta fina capa de aluminio, vidrio o plástico es todo lo que impide que el producto escape, así que debe estar a la altura. Para proporcionar a las botellas de vidrio la fuerza y la uniformidad que necesitan para no romperse bajo presión, las bombas de vacío son una parte vital del proceso.
Soplado para darles forma
El vidrio es un material delicado, a todos se nos ha caído una botella de kétchup o vino y se ha hecho trizas por todo el suelo de la cocina, dejándonos una tediosa tarea de limpieza. Pero, bien fabricado, el vidrio puede ser un material sorprendentemente robusto que puede soportar mucho. Tradicionalmente, el vidrio se fabricaba mediante soplado, con aire procedente de los pulmones de una persona. Aunque en las fábricas actuales los trabajadores puedan respirar más tranquilos, la idea sigue siendo la misma, solo que el aire ahora se comprime y se bombea con una máquina. El vidrio fundido se vierte en un molde, donde el aire comprimido le da la forma correcta. Sin embargo, este método solo consigue crear una botella irregular en su interior y en la que algunas partes de sus paredes son más gruesas que las otras. Esto no supone ningún problema para una botella de agua mineral o vino tinto, pero con una bebida espumosa, los puntos más finos de la botella pueden ser puntos débiles.
Fuerza con vacío
Añadir el vacío al proceso es un modo de crear una botella con una mejor estructura. Generalmente, se usa una combinación de compresor y bomba de vacío: el molde se sigue llenando de aire comprimido, pero las bombas de vacío proporcionan también aspiración. El molde se sella y el vacío se aplica desde todos los lados. Esta combinación permite que el vidrio fundido se empuje hacia y desde el molde de forma simultánea, lo cual agiliza el proceso y garantiza una distribución óptima del vidrio fundido. También proporciona el acabado de la superficie exterior. Esta mejor distribución ayuda a eliminar las irregularidades que se crearían con un sistema que solo use aire comprimido y permite crear una botella con un grosor uniforme y menos puntos débiles. Todo esto, a su vez, proporciona a la botella la estabilidad estructural necesaria para sus contenidos potencialmente explosivos. Busch ofrece las bombas de vacío que proporcionan la aspiración necesaria para mantener las burbujas dentro de la botella.

Reprimir la presión
Paredes sólidas para mantener las burbujas
¿Por qué las bebidas espumosas se desbordan si se agita la botella?
Una bebida carbonatada sin agitar en una botella se encuentra en un equilibrio perfecto. El dióxido de carbono disuelto en el líquido se encuentra bajo la presión correcta para permitir que se mantenga de forma segura hasta que la botella se abra. Pero para mantenerlo a esa presión, también hay un poco de gas flotando en el espacio que se encuentra entre la superficie del líquido y la tapa. Si se agita una botella de gaseosa, parte de este gas formará pequeñas burbujas en el líquido, muchas de ellas completamente invisibles para el ojo humano. Cuantas más burbujas haya, más fácil será su salida cuando se abra la botella. Las burbujas más pequeñas se combinarán, reduciendo la cantidad de tiempo necesario para que se formen las burbujas y creando un aluvión que hará que la bebida se desborde y pierda el gas mucho más rápido. Existen varias teorías sobre el mejor modo de impedir que la bebida se convierta en un desastre espumoso, desde dar golpes con el dedo en la parte superior o lateral de la botella hasta golpear con la base de la botella firmemente sobre la mesa antes de abrirla. Pero la solución más infalible es también la más sencilla: si sospecha que la bebida se ha agitado demasiado, lo mejor es dejarla reposar un poco. Con el tiempo, las burbujas volverán a la parte superior y tendrá garantizado un simple «pop», y la bebida no se saldrá cuando rompa el sello.
Una bebida carbonatada sin agitar en una botella se encuentra en un equilibrio perfecto. El dióxido de carbono disuelto en el líquido se encuentra bajo la presión correcta para permitir que se mantenga de forma segura hasta que la botella se abra. Pero para mantenerlo a esa presión, también hay un poco de gas flotando en el espacio que se encuentra entre la superficie del líquido y la tapa. Si se agita una botella de gaseosa, parte de este gas formará pequeñas burbujas en el líquido, muchas de ellas completamente invisibles para el ojo humano. Cuantas más burbujas haya, más fácil será su salida cuando se abra la botella. Las burbujas más pequeñas se combinarán, reduciendo la cantidad de tiempo necesario para que se formen las burbujas y creando un aluvión que hará que la bebida se desborde y pierda el gas mucho más rápido. Existen varias teorías sobre el mejor modo de impedir que la bebida se convierta en un desastre espumoso, desde dar golpes con el dedo en la parte superior o lateral de la botella hasta golpear con la base de la botella firmemente sobre la mesa antes de abrirla. Pero la solución más infalible es también la más sencilla: si sospecha que la bebida se ha agitado demasiado, lo mejor es dejarla reposar un poco. Con el tiempo, las burbujas volverán a la parte superior y tendrá garantizado un simple «pop», y la bebida no se saldrá cuando rompa el sello.