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Protección del sabor de los saciadores de sed

La desgasificación por vacío elimina los componentes no deseados de los líquidos

Los gases disueltos en líquidos pueden resultar bastante molestos. El oxígeno hace que las bebidas se vuelvan rancias, mientras que el dióxido de carbono cambia el valor del pH y puede complicar el embotellado. El vacío se puede utilizar para eliminar estos gases.

Cualquiera que haya dejado alguna vez un vaso de agua corriente fría a temperatura ambiente o haya calentado una olla con agua conoce el fenómeno: a medida que aumenta la temperatura del agua, en las paredes del vaso o en la base de la olla se forman burbujas de gas. Estas burbujas contienen principalmente dióxido de carbono y oxígeno. Los gases entran en el agua desde el aire, la mayoría de ellos ya en las instalaciones de abastecimiento. Allí, el agua se airea repetidamente durante el proceso de tratamiento. Estos dos gases del aire en particular se disuelven en el líquido. A principios del siglo XIX, el químico británico William Henry descubrió que la solubilidad dependía de la presión parcial del gas y de la temperatura del líquido. Aumenta con la temperatura, pero disminuye al reducir la presión.

Los gases afectan a la vida útil y al sabor

Incluso pequeñas cantidades de gas se convierten rápidamente en factores no deseados en la fabricación de zumos, vinos, cervezas y refrescos. El oxígeno disuelto, por ejemplo, favorece la proliferación de gérmenes y destruye la vitamina C y otras sustancias antioxidantes. Esto afecta al olor, el sabor y la conservación de las bebidas, y puede provocar también decoloraciones poco apetecibles. El dióxido de carbono disuelto hace que las partes fibrosas y los trozos de fruta floten y se depositen en la superficie. Las burbujas de gas libres también aumentan la formación de espuma, especialmente en bebidas que se han calentado previamente. En estos casos suele ser necesario reducir drásticamente la velocidad de vertido.

El vacío permite eliminar fácilmente los gases no deseados de los líquidos procesados. En la desgasificación de rociado, por ejemplo, el agua se pulveriza a través de unas boquillas a un depósito de vacío con una presión de menos de 300 milibares. Las burbujas de gas se expanden y revientan en la presión negativa de la unidad de desgasificación. Una bomba de vacío extrae el gas liberado mediante aspiración.

Con y sin gas desgasificador

La desgasificación por membrana se utiliza principalmente para la fabricación de zumo, vino y cerveza. En una columna, el líquido de la bebida fluye alrededor de una membrana de fibra hueca que solo permite el caudal de gases. Los gases disueltos penetran en la membrana y una bomba de vacío los extrae mediante aspiración. Para lograr el menor contenido posible de gas residual, puede utilizarse un gas de depuración en la parte del gas. Para esto suele utilizarse nitrógeno. En cualquier caso, se aplica vacío en la parte del gas. La caída de la presión «extrae» los gases disueltos del líquido.

Para la producción de agua mineral sin gas, que requiere un contenido residual de oxígeno y de dióxido de carbono especialmente bajo, la desgasificación se produce conectando varias columnas en serie. Existen procesos similares en la industria química donde hay que evitar reacciones no deseadas de los componentes del líquido.
¿Cómo protege la desgasificación por vacío las redes de calefacción urbana?

Las redes de calefacción urbana no solo requieren un agua libre de sólidos y sales, sino también un agua desgasificada y desaireada. Esta es una cuestión sobre todo económica, ya que la circulación de agua que contiene gases aumenta los costes de funcionamiento: el dióxido de carbono disuelto convierte el agua en un ácido que corroe más rápidamente las piezas metálicas. Para evitar esto se utilizan intercambiadores de iones, que requieren por su parte un suministro constante de productos químicos para su regeneración. Esta medida resulta innecesaria si el agua de la red de suministro se ha desgasificado. El procedimiento también evita los indeseados efectos del oxígeno, como la proliferación de gérmenes y la corrosión. Esta última puede provocar la formación de biopelículas que, entre otras cosas, bloquean los filtros o estrechan la sección transversal de las válvulas y las tuberías.