Una obtención de imágenes precisas suele ser el primer paso hacia la curación. Esto es especialmente relevante en oncología. Si bien el tumor principal suele ser fácil de detectar, las metástasis pueden ser tan pequeñas como la cabeza de un alfiler. Sin embargo, para garantizar un buen tratamiento, también hay que encontrar las metástasis más pequeñas. Esto se consigue con la tomografía por emisión de positrones. Esta genera sus imágenes con una pequeña cantidad de partículas radiactivas que se administran al paciente mezcladas con glucosa.
Unas células muy glotonas
Las células tumorales necesitan mucha energía y consumen ávidamente la sustancia azucarada. De este modo, las partículas radiactivas se acumulan en las metástasis. Esta radiación concentrada en el espacio resulta claramente visible en la tomografía por emisión de positrones.Este tipo de diagnóstico utiliza sustancias relativamente inocuas, con bajo nivel de radiación, como el isótopo del flúor 18F. Su periodo de semidesintegración es de solo 110 minutos, lo que significa que pierde prácticamente toda su radioactividad en solo un día. Esto implica que debe producirse justo antes de usarlo en un acelerador de partículas, el ciclotrón.
Bombardeo localizado con protones
Dentro del ciclotrón hay una cámara de vacío. En ella, los iones de hidrógeno cargados negativamente se aceleran en espiral mediante fuertes campos eléctricos. Cuando llegan al final, atraviesan una fina lámina de grafito donde pierden sus electrones y se convierten en protones cargados positivamente. Esta inversión de la carga también los dirige en una trayectoria recta.El haz de protones resultante impacta contra el material, desata una reacción nuclear en él y produce los isótopos requeridos. El vacío es necesario para que ni los iones negativos ni los protones positivos se desvíen por culpa de las partículas que puedan cruzarse en su camino. El grupo BUSCH ofrece soluciones adecuadas para la generación de vacío. Sin vacío, los iones y los protones se desviarían de su trayectoria predeterminada y perderían su energía. Además, el flúor, que es extremadamente reactivo, no debe entrar en contacto con otros elementos, como el oxígeno atmosférico.